A veces, centrados en la salida de la última versión de ese programa de render tan chulo o aquella tableta que te va hasta a hacer la cena, se nos olvida que las artes digitales son precisamente eso, artes. Uno vuelve a recordarlo especialmente cuando habla con artistas como Sergio Raposo, el alumno de Trazos que llamó la atención del mismísimo Blender y un verdadero virtuoso de la Imagen 3D. Hemos tenido el placer de que nos cuente cómo es capaz de pintar con esa luz tan espectacular.
Como artista del 3D, comenzaste especializándote en Blender. ¿Cómo comenzó este interés tuyo por el modelado en tres dimensiones? ¿Ya te tiraba el mundo del arte y la creación o fue algo que surgió de la noche a la mañana?
Bueno, para poder responder a esta pregunta es fundamental que hable de mi madre. Licenciada en Bellas Artes y pintora de profesión, ella ha sido mi “profesora particular” desde que nací. He crecido entre lienzos y óleos, y aunque pronto me interesó más el mundo de la animación y la ilustración que el de la pura pintura, el arte es algo que me ha acompañado toda la vida…
Por otro lado, mi incursión en el 3D ha sido más bien consecuencia de la propia evolución del mundo de la animación. Al principio era bastante reacio, pues consideraba que el 2D era superior, sobre todo el de la vieja escuela de Disney. Pero un día conocí Blender y comprendí las posibilidades que ofrecía el 3D. Aun así, creo que jamás se han vuelto a hacer películas de la calidad de Blancanieves o Pinocho, ni en 2D ni en 3D. Quizás esto demuestra que lo importante no es la técnica, sino el saber hacer.
¿Cómo comienza el proceso creativo de una de tus escenas? ¿Llevas a cabo un proceso de documentación previa?
Lo primero es elegir un tema. En mi caso, que hago escenarios, un lugar. Puede ser fantástico o real, exterior o interior. Pero lo fundamental es que me atraiga, que tenga ganas de representarlo en 3D. Otra cosa importante es decidir en qué época estará ambientada la escena. Yo suelo elegir periodos medievales, ya que se adaptan más al estilo de cuento que tanto me gusta. Es entonces cuando comienza, como tú bien dices, el proceso de documentación. Internet es, por supuesto, la mejor fuente. En la red encuentro todos los datos que necesito. Por ejemplo, en el caso de tratarse de un escenario real, siempre utilizo la herramienta Google Maps para “viajar” a ese lugar en concreto y recopilar información visual: qué tipo de arquitectura hay, cuáles son los materiales empleados en allí, cómo es la vegetación… Y, una vez que tengo ya toda la documentación que necesito, comienzo a crear la escena en 3D.
Una de las características de tu trabajo es esa estética a medio camino entre el realismo y el cartoon, donde predominan las curvas y las formas suaves. ¿Cómo has ido forjando ese estilo? ¿Es una cuestión de influencias u obedece a una intención expresiva concreta?
En efecto, mi estilo se basa en el tratamiento realista de materiales, texturas e iluminación, pero no así de las formas y proporciones, que distorsiono intencionadamente para conseguir un estilo cartoon. Esto obedece a que, para mí, lo fundamental es hacer realidad lo irreal. Es decir, la realidad ya existe y si quiero plasmarla le hago una foto. Por eso no me resulta interesante el hiperrealismo. Lo que yo pretendo con mi obra es sumergir al espectador dentro de un mundo irreal, fantástico, pero que al mismo tiempo resulte creíble. De todos modos, desde el punto de vista profesional, el artista debe saber adaptarse al estilo que se le pida en cada momento si quiere vivir de esto.
¿Resulta más complicado realizar una composición realista que una donde puedas darte el gusto de deformar y alterar la geometría?
Yo creo que depende del cartoon. Es decir, dentro de este estilo hay también muchas corrientes. Un cartoon más sencillo e infantil tenderá siempre a simplificar formas y texturas para hacer los objetos más atractivos al ojo del niño. Y ésto puede ser una ventaja en términos de cantidad de trabajo. Pero como yo doy un tratamiento casi realista a los detalles, tanto en el modelado como en los materiales, pues como que me como lo peor de los dos mundos. De hecho, en mis creaciones, casi siempre modelo los objetos a escala y proporción reales y luego los deformo con herramientas como el Lattice, aunque reconozco que este protocolo no es muy correcto.
Y la luz, esa luz que rebosa en todas tus escenas, parece jugar un papel vital. Muchos artistas 3D nos han comentado que la iluminación es, por lo menos, el 80% de la esencia de su obra. En tu caso, ¿la trabajas de algún modo en particular?
Muchas gracias. En efecto, la iluminación es una parte muy importante de un cuadro. Sobre ella han girado corrientes como el impresionismo, y es fundamental saber trabajarla bien si queremos conseguir un buen resultado. En el 3D contamos con la iluminación HDRI, que es lo más parecido físicamente a la realidad. Y por eso intento utilizarla siempre que puedo en mis escenas. También presto mucha atención a la orientación de la luz, con el fin de controlar al máximo las sombras que produce, pues son las que dan sensación de relieve a los objetos. El 3D tiene una gran ventaja, y es que puedes moverte virtualmente por tu escena y buscar la perspectiva más atractiva, aquella desde la que se potencie al máximo, entre otras cosas, la iluminación.
¿Qué diferencias encuentras entre trabajar con Blender y trabajar con Maya?
Realmente todo es acostumbrarse, pues al final la mayoría de los softwares hacen lo mismo. Cuando empecé con Maya, su uso me resultaba muy difícil, ya que estaba hecho a Blender. Sin embargo, ahora me es más fácil utilizar Maya, sobre todo para modelar, ya que está configurado para trabajar con tableta gráfica. Con Blender siempre utilizaba el ratón y acababa con la mano destrozada, y aunque puede configurarse también para este fin, el resultado, o al menos el que yo he conseguido, no es tan ergonómico. Sin embargo, a diferencia de Maya, Blender pesa muy poco y para los que tenemos un ordenador corriente en casa esta aplicación se hace mucho más práctica.
A veces, con tanto énfasis en el aspecto técnico, se nos olvida que un artista 3D no deja de recurrir a los mismos mecanismos que, digamos, un pintor. ¿Crees que es necesaria una buena formación en otras artes visuales, como, precisamente, pintura o fotografía?
En mi opinión es muy recomendable. Como te he comentado antes, yo he tenido la suerte de que mi madre es pintora y me ha enseñado todo lo que sé. La formación que he recibido de ella ha sido fundamental. Sin embargo, en la red se ven muchos artistas que son muy buenos haciendo 3D, pero muy malos dibujando. Esto podría inducir a pensar que el artista 3D no necesita formación en otras artes visuales, pero yo pienso que es un error. Generalmente, el artista 3D toma como referencia un concept art en 2D de otro artista. Y por eso su imagen final funciona, porque está basada en un dibujo hecho por alguien que sí sabe pintar. Pero pongamos el caso de un personaje. Cómo va a crear alguien un personaje en 3d si no sabe de anatomía, por muy basado que éste esté en un concept art previo. Pero bueno, es sólo mi opinión.
¿Podrías comentarnos algo de un proyecto que tengas entre manos actualmente?
Bueno, actualmente no tengo ningún proyecto en mente. Acabo de terminar mi última escena, “Cartoon Spain”, y ahora toca centrarme en buscar un trabajo. Siempre tengo ideas en mi cabeza, de escenas que me gustaría crear, de mundos que querría llevar al 3D… No es por falta de inspiración. Pero desgraciadamente mis dibujos, en sí, no dan dinero.
Finalmente, ¿qué recomendación le darías a nuestros alumnos/as de Imagen 3D?
No sé si yo soy la persona más indicada para aconsejarles, al menos desde un punto de vista laboral. Pero les diría que, ante todo, disfruten con lo que hacen. El arte y la creatividad son pura inspiración y sólo funcionan cuando disfrutamos de éllos. Que hagan lo que les gusta. Yo hago escenarios cartoon porque es lo que me gusta. Si alguien me dice lo que tengo que hacer, lo haré, pero habrá matado mi creatividad. Es como sacar una medusa fuera del agua y pretender que luzca igual de bella. La medusa, en el mar, es preciosa, pero si la sacas pierde toda su belleza. O una flor en el campo, que es maravillosa, pero llega alguien que se la quiere llevar a su casa para verla todos los días y la corta y se marchita y muere. Lo mismo pasa con el Arte. No se le puede decir al artista lo que tiene que pintar, porque matas su arte. El artista ha de ser fiel a su alma y pintar lo que le dice su alma, no lo que le dicen los demás.
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