Aunque cueste creerlo, hubo un tiempo en el mundo de los videojuegos en que el hype no era tan cruel. Cuando una desarrolladora nos vendía la moto del que iba a ser el Mayor Lanzamiento De Todos Los Tiempos y Varias Dimensiones Paralelas, la decepción nos duraba lo que nos duraba la puñalada en la cartera y el tiempo que tardábamos en buscar el rincón más polvoriento y hostil donde arrojarlo tras terminarlo (con suerte). Un noble proceso de Expectación-Cara Larga-Destierro y vuelta a las esperanzas.

Ahora, en cambio, el hype no muere. Nunca. Jamás. Se transforma en algo peor. Las decepciones se extienden hasta el final de los tiempos con interminables actualizaciones y mejoras, capaces hasta de recuperar a algunos de los más ultrajados (solo para reavivar su odio homicida en una pregunta que se plantea por qué demonios no hicieron las cosas bien desde el principio).

Y si hay un juego que ha entrado por derecho propio en el Panteón de los Hypes Más Sangrantes de la Historia ese ha sido No Man´s Sky (PC, PS4) , al que, más allá de su desesperante “realismo” a la hora de desplazarse o explorar o progresar, se le ha acribillado por todos los flancos con una única y sencilla queja: no incluye lo que prometía.

Más concretamente, lo que prometía Sean Murray en todos aquellos previews y gameplays, donde poco menos que nos encontrábamos ante un sandbox espacial online de posibilidades prácticamente infinitas, con toques de Fallout y Mass Effect y todos los títulos de naves y batallas cósmicas que os vengan a la mente.

Sean Murray

Desgraciadamente, como todo hype, la cosa se quedó a medias y no precisamente en la mitad más entretenida.

¿Son nuestras elevadas expectativas las culpables, se reparte la culpa entre nuestras ganas y el trabajo de los departamentos de marketing de adiestrar esas ganas o realmente nos encontramos ante verdaderos pufos del videojuego?

El debate está servido y, sin duda, en no pocas ocasiones se nos ha servido simple y llanamente lo que los desarrolladores tenían pensado y no lo que nosotros, gamers despechados, quisimos programar en nuestra cabeza.

Por eso, para aliviar un poco la tensión entre defensores, haters y abogados del diablo en la que ha sido la polémica del verano (y la desesperación de Steam), os traemos unos cuantos títulos que se la pegaron de forma estrepitosa… y con razón.

THE CROW: CITY OF ANGELS (Sega Saturn, PSX, PC)

¿Pensabais que la leyenda negra de El Cuervo terminó el día que el pobre Brandon Lee recibió un balazo durante el rodaje? Pues no. Tres años después del estreno de la peli, Gray Matter Inc. (la misma detrás del mítico Return to Castle Wolfenstein) demostró que la maldición seguía viva con The Crow: City Of Angels, una suerte de beat´em up donde era más fácil morir de pena por el diseño de los escenarios que por las patadas y puñetazos sin ton ni son de los enemigos.

TRESPASSER: JURASSIC PARK (PC)

Parque Jurásico ha dado grandes juegos. O, cuanto menos, de lo más entretenidos. Sin embargo, como toda franquicia de proporciones desmesuradas, ha generado una espantosa cantidad de engendros de mucho cuidado. Entre ellos, Trespasser: Jurassic Park, una aventura en primera persona donde tendremos que sobrevivir a un accidente aéreo, a los dinosaurios, a unos gráficos que ya anticipaban la moda cubista Minecraft y a un delirante sistema de control que nos hace sospechar de severos daños cerebrales en la protagonista. Apenas superó las 50.000 copias vendidas y, la verdad, puestos a quedarnos con un juego lanzado a rebufo de El Mundo Perdido, nos quedamos con aquel de PSX. Al menos podías devorar al personal con un T-Rex.

PAC-MAN (ATARI 2600)

Hablar de Pac-Man en 1981 era hablar del mayor tótem de los videojuegos hasta entonces. Atari se decidió a liberarlo de su entorno natural, las recreativas, con vistas a colocar un comecocos en cada hogar. A pesar de que las ventas fueron bastante decentes, los efectos estroboscópicos, la total falta de gracia en su estética (rayas, cuadrados parpadeando, paleta de colores de un PC al que le ha estallado la gráfica) y un movimiento que no podía escapar de la horizontalidad le hicieron un flaco favor al futuro de Atari.

SUPERMAN 64 (Nintendo 64)

Si hay un videojuego que rivalice con el E.T. de Atari en toneladas de desprecio y resentimiento gamer, ese es el Superman de la Nintendo 64. Es más: probablemente el título del extraterrestre de la capa roja se merezca sin lugar a dudas el primer puesto. Al E.T. de la Atari 2600 por lo menos le han dedicado un documental y, encima, el intento de borrar del mapa todo rastro de su existencia le ha dado un toque romántico. La premisa del juego es sencilla: Lex Luthor ha secuestrado a nuestros amigos con el único propósito de obligarnos a volar por toda la ciudad atravesando…anillos gigantes. Ya está. Una vez superados, Superman debe enfrentarse a la malvada y un poco confundida horda de Sombras de Mafiosos De Los Años 30. Todo ello a lo largo de niveles plagados de glitches, ambientados en oficinas y garajes donde, traumatizado por el reto de los anillos, la jugabilidad se vuelve insufrible cada vez que se nos va el dedo y volvemos a salir volando.

SHAQ-FU (Genesis / SNES)

Shaquille O´Neal viaja a Tokyo para participar en un partido benéfico, entra en un dojo, conoce a un maestro del Kung Fu y se teletransporta a otra dimensión para enfrentarse a una momia y rescatar a un niño. Con un argumento así era bastante complicado que el juego recibiera malas críticas. Lo cierto es que, en aquella época de bits y sprites, el aspecto técnico del juego era más que aceptable (o, al menos, hasta que lograbas adaptarte a los controles). De hecho, en su momento recibió críticas bastante favorables por parte de la crítica, crítica que, con los años, comenzó a preguntarse si O´Neal no podría haber seguido el ejemplo de Jordan y haberse dedicado al beisbol o a golf o a montar un concesionario, en lugar de autohomenajearse a base de repartir leña en bermudas. Tales fueron las devastadoras secuelas que dejó Shaq-Fu a su paso que, ante el anuncio de una secuela en desarrollo, emergió el autodenominado Shaq-Fu Liberation Front, cuya sagrada misión consiste en localizar y destruir cada copia existente en el mundo del infame videojuego.

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